domingo, 26 de febrero de 2017

INVERTIR A LO GRANDE




Cristo ofrece el ciento por uno y la vida eterna a aquellos que acepten seguirle.


Por: Carlos Abad | Fuente: Virtudes y Valores 



Últimamente se ha hablado mucho de la crisis financiera, ha sido un tema de interés en todos los noticieros y se escucha de ella en todos los rincones de la tierra. Con ello ha cambiado la visión de muchas personas hacia el sector financiero y desconfianza de parte de los accionistas y las empresas.

Sin embargo, hay algunos proyectos en donde aún se puede invertir con un riesgo seguro y un rendimiento más que generoso, haciendo de ellos iniciativas que deberían llamar la atención en todo tipo de mercados. No obstante, parece que se les conoce poco. Este tipo de inversiones implican un enorme costo, pero vale la pena por el enorme beneficio.

Este proyecto es bastante antiguo, es una empresa por la cual han trabajado muchas personas. Uno de los primeros accionistas preguntó al empresario que le invitó a contribuir en su empresa: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?”(Mt 19,27). Este le respondió: “Recibirán cien veces más y obtendrán como herencia la vida eterna” (Mt 19,29). Este inversionista se llamaba san Pedro.

Cristo ofrece el ciento por uno y la vida eterna a aquellos que acepten seguirle. No es una forma bonita para animarles, es una realidad. Por otra parte el rendimiento del 100% es todo un negocio, se obtiene una ganancia inigualable, casi irreal considerando que nadie ofrece este interés. Cualquier persona debería interesarse para invertir en este proyecto ideal.

Sin embargo él es un empresario que pide una colaboración absoluta en su plan, una dedicación de cuerpo y alma, quiere que su socio involucre todos sus bienes, una inversión inicial bastante comprometedora. Aquí está la traba, sólo algunos están dispuestos a dejarlo todo, pocos aceptan la propuesta ya que están apegados a sus bienes y no se dan cuenta de la maravillosa oportunidad que se les ofrece.

Uno de los criterios más usados actualmente para evaluar un proyecto y conocer su conveniencia es el así llamado valor actual neto (VAN). Básicamente consiste en confrontar la inversión inicial, que es un costo, a la suma de los beneficios actualizados que resultan durante el flujo de casa de dicho proyecto. Evidentemente si la suma de los beneficios es mayor al costo, vale la pena aceptar, ya que al final de cuentas es una ganancia.

Analizando esta teoría descubrimos que el llamado de Cristo no vale la pena, sino la vida. Él nos regala gratuitamente mucho más de lo que nosotros podemos conseguir por nuestras propias fuerzas: el ciento por uno y la vida eterna a un precio tan limitado y pasajero. En el mundo financiero un proyecto con estas características sería todo un éxito.

Considerando la propuesta y las palabras de Cristo vale la pena dejarlo todo, dar la vida entera en su servicio, que por más duradera que esta sea, siempre será un punto en medio de la eternidad.

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