domingo, 6 de agosto de 2017

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR SEGÚN EL PADRE RUPNIK


IGLESIA DE LOS SANTOS SANTIAGO Y JUAN EN MILANO
Via Giuseppe Meda, 50-20141 Milano - Italia
En su composición de fondo, el mosaico de la Iglesia de los santos Santiago y Juan se inspira en la revelación de los evangelios de la Transfiguración en el monte y en la interpretación teológico-dogmática de los Padres, que vieron en la Transfiguración la clave de lectura del misterio pascual de muerte y resurrección de Cristo, como misterio central también para la vida del hombre.
Al mismo tiempo es un mosaico marcado por el tiempo en que vivimos, por el arte de nuestro tiempo, por esas corrientes artísticas que optan por lo material más que por lo virtual, que creen que lo material es ya un lenguaje autónomo con el que el arte puede hablar y que el color sigue siendo la principal fuerza de la expresión. El mosaico se plantea como elemento constitutivo de todo el espacio del santuario. Debería ser el verdadero trasfondo orgánico de cada celebración que se celebra en este presbiterio. Por eso, se debe presentar con una cierta totalidad, para acoger cada manifestación litúrgica, con la cual establece una relación no descriptiva o ilustrativa, sino desde el símbolo.
La Transfiguración en el monte es un acontecimiento que une los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo, y revela el trasfondo trinitario de nuestra fe. Moisés es el éxodo que introduce el éxodo de la cruz, es la ley escrita que, una vez abolida, es renovada en el Espíritu. Elías es la ley natural que el pecado redujo a la nada. Ambas, dice Andrés de Creta, desaparecer,, ocultadas por el sol del Evangelio: o están iluminadas por Él y atraídas hacia lo alto: o mejor aún, recogidas en un solo misterio con el Sol mismo. Para Teófanes Cerameo, un obispo bizantino himnógrafo, Elías representa el cielo adonde se ha elevado y Moisés los infiernos a los que ha descendido, mientras que los tres apóstoles representan la tierra.
Arriba, la mano teofánica de Dios Padre se abre en una entrega total hacia la creación y hacia la humanidad. No vemos el rostro del Padre, pero lo conocemos a través de su obra, a saber, la creación y la redención, su mano que trabaja. La mano que nos bendice con toda bendición desde el cielo está abierta de tal modo que no puede retener nada, para indicar que se trata de un don absoluto y que no pide nada para sí. De hecho, fluye una corriente desde el cielo, desde la mano, flujo que es la vida misma de Dios, el Espíritu Santo: es el Espíritu Santo quien nos comunica el amor personal de Dios Padre y el que nos hace partícipes en el Hijo de la filiación. Sólo el Espíritu Santo nos revela a Cristo como Señor y Salvador.
Cristo está desplazado del centro de la pared, para que en el eje central aparezca la relación entre Padre, Espíritu e Hijo, ya que la Transfiguración es una manifestación de la Trinidad. Gregorio Palamas afirma: «Acompañando al Señor, totalmente invisible, allí se encontraban el Padre y el Espíritu Santo, uno testimoniando con su propia voz que «Éste es mi Hijo amado۹, y el otro, iluminando con su nube luminosa para mostrar que el Hijo era de la misma naturaleza que Él, el Padre, y que la luz era una sola. Su riqueza es su naturaleza común y la única fuente del esplendor»".
Vista central: la transfiguración en el Monte Tabor
Iglesia de los santos Santiago y Juan
Milán - Italia
Diciembre 2002

Cristo en vestiduras blancas hinchadas y movidas por el Espíritu está en una almendra azul que aquí está rota. La antigua representación de Cristo en la Transfiguración dentro de una almendra de color azul oscuro indicaba principalmente dos cosas: por un lado, que Él se revela como Dios, y por lo tanto es inaccesible para nuestra mente: por eso la oscuridad densa; por otro, manifestaba una visión teológica todavía más fuerte, a saber, que Cristo en la luz del Monte Tabor es la luz verdadera, el verdadero Sol, y que el sol del cosmos se oscurece ante su luz. No sólo eso: las tinieblas del mundo, incluso aquellas que envolverán a Cristo en su pasión, no resisten frente a lo absoluto de su claridad y se rompen en mil pedazos. Las ropas blancas y brillantes sugieren que lo que pertenece a la tierra, a la humanidad, a la cultura –lo que Cristo comparte con todos los hombres- se hace bello, transparente: ni cultura, ni cosa alguna de su humanidad puede impedir ver su divinidad. Se manifiesta sí anticipadamente el misterio de la Eucaristía: en el pan y en el vino, como en las vestiduras blancas de su cuerpo, el Señor está presente en la plenitud de su divinidad, la carne de Cristo es inseparable de su esencia divina.
Andrés de Creta identifica las ropas blancas con las Escrituras: purificadas e iluminadas por el Espíritu, son contempladas por aquellos que aman las cosas divinas como Dios mismo. El rostro de Cristo resplandece como el de Dios, es Luz de Luz verdadera, y ésta es una profecía de la resurrección de Cristo, revelación de la divinización de nuestra naturaleza.
La Transfiguración, dice Pavel Evdokimov «de hecho, es la de los apóstoles, que por un momento “pasaron de la carne al espíritu” y recibieron la gracia de ver la humanidad de Cristo como un cuerpo de luz, de contemplar la gloria del Señor escondida bajo su kénosis y revelada bruscamente a sus ojos desencantados». A la derecha vemos a Santiago, que con el manto se crea como un velo para protegerse frente a la luz: es una figura fuerte, en movimiento, una figura enérgica, porque de él se escribió que, con su hermano, era llamado Boanerges, es decir, «hijos del trueno». Con el rollo del libro que aprieta fuertemente en el puño y con el velo alude a la gran simbología del conocimiento de Dios, de su palabra, tal como la explica san Pablo en sus cartas.
El Cristo de la transfiguración
Iglesia de los santos Santiago y Juan
Milán - Italia
Diciembre 2002

En el lado izquierdo de Cristo vemos a Juan, con la mano en su pecho, en el antiguo gesto que indica la contemplación. Juan está entre Cristo y la gran cruz, ya que él será el evangelista que logre unir la cruz y la gloria de Dios. Juan, como contemplativo, es más seco que Santiago, que es más «agitado», más activo. Juan señala con la mano derecha hacia la Madre de Dios con la cual recibirá del Salvador, al estar presente con ella al pie de la cruz, una entrega recíproca.
San Pedro está sentado e indica el lugar donde plantar tres tiendas. Dice también Evdokimov: «Sorprendido por la visión, Pedro quería “plantar las tiendas” e instalarse en la Parusía, en el Reino, antes del final de la historia... Se ve porqué la pregunta de Pedro no recibió respuesta: a través de la Cruz viene la Resurrección y el Reino y hay que conducir allí “todo el conjunto de la creación”. Después de una breve irrupción en el Octavo día, hay que reemprender la misión apostólica a su luz, reencontrar el mundo y bajar a su infierno». Pedro está descalzo, como Santiago, para indicar que se siente bien, que se siente como en casa. De hecho, el mundo transfigurado en Cristo es el verdadero ambiente para el hombre redimido. Por eso, toda la pared está compuesta siguiendo el esquema de tres tiendas. Desde el Antiguo Testamento la tienda significaba habitación, casa, morada de los hombres y de Dios. Cristo transfigurado es el «ámbito» en el que Dios y el hombre viven en una unión inseparable.
Parte izquierda: los apóstoles Pedro y Juan
Iglesia de los santos Santiago y Juan
Milán - Italia
Diciembre 2002

Las cuerdas y el yute, insertada en el mosaico como materiales que participan en la obra de arte, quieren subrayar más aún el trabajo humano, la morada humana, que participa en la transfiguración del mundo, convirtiéndose en una morada agradable y bella. En las grandes áreas de blanco vemos como reminiscencias del cosmos, o alusiones a las culturas antiguas en colores oro, verde, rojo, azul, que contribuyen a la constelación estética, armónica y festiva de toda la pared, indicando así que el mundo y las culturas y todo lo que pertenece al hombre está implicado en la transfiguración de Cristo. Porque también las culturas, al entrar en Cristo, participan en la transfiguración y vivirán su resurrección.
El misterio de la Transfiguración se lleva a cabo en la Pascua, en al muerte y resurrección de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Por eso, en el lado izquierdo vemos a la Madre de Dios, en su humilde actitud contemplativa, que muestra el camino de la vida que es la cruz.
Parte derecha: el apóstol Santiago
Iglesia de los santos Santiago y Juan
Milán - Italia
Diciembre 2002

En el lado derecho –junto a Santiago- encontramos al ángel que con un gesto enérgico indica las vendas blancas de la tumba vacía de Cristo resucitado. El misterio de la vida del hombre no termina en la cruz, sino que la resurrección es el fin de la parábola hombre. No se puede llegar al domingo de Pascua evitando el Viernes Santo. Y no se puede separar la cruz de la tumba vacía.
La Virgen María junto a la Cruz
Iglesia de los santos Santiago y Juan
Milán - Italia
Diciembre 2002
 
El Ángel junto a la tumba vacía
Iglesia de los santos Santiago y Juan
Milán - Italia
Diciembre 2002

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