Hace unos días el Ministerio de Defensa y la
UIMP organizaron un curso sobre ciber-seguridad y ciber-inteligencia en la era
de la información. Se trataba de un curso para incrementar la cooperación entre
estudiantes, expertos y responsables de la defensa, entendida esta en su más
amplio sentido. Además de analizar el nuevo contexto internacional y los retos
que plantean las tecnologías de la información, los expertos presentaron las
numerosas oportunidades profesionales que las cuestiones de seguridad y defensa
tienen para los universitarios.
Lo sorprendente no vino por el hecho de que
los responsables de grandes empresas de ingeniería y seguridad estuvieran
pensando en estudiantes de las Universidades Politécnicas, es decir, que
estuvieran focalizando su interés en la selección de telecos, matemáticos o
especialistas en gestión de datos o capacitación de hackers. Vino por el hecho
de que las cuestiones biológicas, ecológicas y bioéticas emergieran en el
debate porque con la nueva revolución que se avecina los desafíos de la
ciber-seguridad o ciber-inteligencia son problemas relacionados con la
Genética, Genómica, la Biología y la Medicina. Los desafios de la
nanotecnología en su alianza con las ciencias de la vida están modificando
radicalmente el concepto de “naturaleza humana”.
Esta constatación que analizamos todos los
años en clase de Bioética cuando recordamos la famosa máxima de Stephen
Toulmin, quien dijo que “La Bioética salvará a la Ética”, también ha centrado
los últimos trabajos de Habermas cuando ha llamado la atención a la comunidad
científica porque está en peligro el futuro de la naturaleza humana. La convergencia
de estos desafíos bioéticos con los biotécnológicos relacionados con la inteligencia
artificial nos obliga a construir una nueva disciplina que recibirá el nombre
de “Biociberética”.
Además de esta convergencia de problemas que
abre nuevas oportunidades profesionales, el profesor Florentino Portero recordó
que en los temas de ciberseguridad o ciberinteligencia los problemas son más
complejos de lo que parece y se exige un planteamiento realista. Y añadió dos
elementos importantes que escucharon con atención todos los generales y altos
cargos del Ministerio de Defensa. Uno: en las cuestiones de ciberseguridad y
ciberinteligencia no son suficientes los técnicos jurídicos, necesitamos una
generación de políticos que hagan pedagogía. Recordó al Ortega de los años
veinte y reclamó una nueva generación de políticos que no fueran únicamente letrados
o abogados del estado con capacidad para enrrocarse en el Derecho. Dos: pedía
que los líderes políticos ejercieran como tales y tuvieran capacidad para
ilusionar a los ciudadanos. Sin cierta ilusión nunca se encontrarán argumentos
para fomentar la resiliencia. Una categoría clave para aguantar los golpes y
resistir las adversidades.
Agustín DOMINGO MORATALLA
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