domingo, 3 de diciembre de 2017

SE MUEVE; POR ENRIQUE MONTIEL



Esta semana parece que se han movido dos motores del futuro de nuestra ciudad. Tiendo al optimismo con el frío. Ha llovido, los ríos llevan agua. Es mucho. Sobre todo porque empezábamos a leer el prólogo del apocalipsis del agua, uno de los peores. Las restricciones como un dogal al cuello de lo que es más necesario. De ahí las campañas diversas sobre el consumo responsables. El Estado nos invita a ser responsables a los ciudadanos sin tomar muchas veces buena nota, digo para sí mismo. Ahorramos agua, ahorramos -de buen grado o por la fuerza- lo que nos pidan pero, ¿y el Estado?

Pero decía de los dos motores que, tal como los veo, se están poniendo en funcionamiento en La Isla: Fadricas II y el muelle de Gallineras. De un extremo a otro de la ciudad. En ambos hay "nichos" de empleo, que se dice ahora. Y sobre los que hay que actuar. No sé si Patricia Cavada lleva ella misma el "negociado" del crecimiento de la ciudad o lo coordina. Una alcaldesa recibe mil mensajes desde todos los ámbitos. Más los que ella lee por su cuenta. Por eso ha debido respirar con los mensajes que llegaban de Fadricas II. Es que medio mundo va a la Taberna del Titi, un enclave inevitable de la restauración en la bahía, uno de los grandes éxitos de las empresas de restauración de La Isla. Porque es un lugar con mar y con magia y con un servicio magnífico de personas jóvenes, trabajadoras. Con Bartolo y sus sobrinos al frente. Y como es un trasiego año a año, cada año más, pues gente ha ido viendo las parcelas de Fadricas II paradas como un reloj de pared. ¿Qué viene aquí? Habrán preguntado. Pues eso mismo pregunto yo también, qué venía aquí y por qué no ha venido ya. Pero bueno, todo se ha empezado a mover, decía, hay trabajadores ya preparando lo que ha de venir, que tiene que venir. 

Y Gallineras. ¿Ha ido recientemente por allí? Vale la pena. El lugar es magnífico para que en la cercanía hubiera algunos hoteles como los del Novo. Y en vez de escalera a la playa, escala a los barcos, a resguardo en el caño de las contingencias.

Dos nichos de empleo, qué duda cabe. Suelo industrial, enclave turístico y de interés económico. Se trata de eso, de ponerle la luz al territorio, de trenzar alianzas (un buen negocio siempre lo es de las dos partes, negocio de una parte es negocio de una vez -me enseñaron los que saben) para ponerle suelo al futuro, a los isleños que vienen, se incorporan al trabajo, al vivir dignamente. Con decoro, aunque sea modestamente. En el pueblo de uno.

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